martes, 23 de febrero de 2010

Lata de lentejas a la jardinera : 75 céntimos.

Compro una lata de lentejas a la jardinera por setenta y cinco céntimos para comer hoy. Las echo en la cazuela, les añado un poco de tomate, las caliento, las remuevo y cuando están listas me las sirvo en un plato y me las como en la cocina viendo en la televisión a un tipo que le pregunta en un programa a una rubia si follaría con él cuando salgan a la calle. Ella le dice que no, que antes quiere conocerlo, y él parece contento con la respuesta, que es como esos disfraces que uno se quita para después mostrarse como se es.

Miro la lata con cierto aire de culpabilidad. Estar en paro es establecer una nueva relación con el tiempo, que no deja de preguntarte a cada instante qué vas a hacer con él con la urgencia de un niño encerrado en casa por la lluvia. Con el trabajo no sólo se gana dinero, se consigue también que no exista la necesidad de justificar cada hora.

-Sí, debería aprovechar ahora que estoy en paro para aprender a cocinar.

Me lo digo sin demasiada confianza en mis habilidades como cocinero, pero acepto la propuesta. Puede ser una buena forma de darle sentido a los días, para que se mantengan duros y tensos, como un balón bien hinchado. No hay nada más deprimente que una pelota pinchada en la esquina de un garaje.

-Sí - me animo - Voy a convertirme en el mejor de los cocineros.

Los libros de autoayuda, llamados así porque ayudan, sobre todo, a la cuenta corriente del escritor, dicen que hay que olvidarse de los debería. Los debería son como unos zapatos de buzo para alguien que quiere correr los cien metros. Fuera zapatos y que venga el delantal. Sé que el mundo de la cocina es competitivo, pero, ahora que Adriá se ha retirado unos años, hay hueco para uno más, y esa oportunidad es para mí.

La opción más práctica es comenzar por la televisión, porque ofrece programas para hacer de todo. Sólo falta un canal dedicado a los parados, pero parece que nadie se anima a hacerlo. Sería interesante que alguien te explicara cómo hacer un currículum efectivo como una falta de Ronaldo, que se dieran consejos para mantener un optimismo tipo Zapatero o que se entrevistara a alguien con habilidades, como esa persona capaz de ser la primera en colocar su curriculum en una oferta de Infojobs.

Después de comer, me siento en el sofá con una libreta y una foto de Adriá para que me dé suerte, igual que hacen muchos con las imágenes de los santos en los sorteos de la lotería. Hay que empezar con buen pie. Busco el canal de cocina y me encuentro con un cocinero gallego, Xoxé Cannas, rodeado de latas. Pienso que es una manera minimalista de montar el decorado pero al instante me doy cuenta de que, realmente, va a cocinar con latas.

-Ahora voy a abrir esta lata de lentejas - me dice.

Tengo una sensación extraña. Supongo que uno puede hacerse una idea de cómo va un país por los ingredientes que utilicen sus cocineros en sus programas. Un analista de Londres podría sospechar de nuestra economía, antes de que le visitara Salgado, al encontrarse con un programa titulado "4 por 20", con menús de veinte euros para cuatro personas. Este de la lata ya es la prueba definitiva de que las cosas no van muy bien.

-¿Pero no había brotes verdes? - preguntaría el analista.
-Sí, sí, en una receta con soja. Pero no se preocupe. Aunque haya un programa para cocinar con latas, estamos preparando otro para hacer platos con ostras, caviar Beluga, anchoas del cantábrico o buey de Kobe para que la gente se lo lleve en el tupper al trabajo.
-Ah, bueno, perfecto.
-Y una botella de Arzuaga para acompañarlo, claro. Apúntelo también.

Presto atención a la receta. Convierte las lentejas en puré y después crea dos texturas diferentes que sirve en una copa elegante. Veo la transformación de la lenteja convertida en mariposa, abandonando su capullo de lata para brillar en todo su esplendor en la copa. He seguido todos los pasos con la atención con la que se vigila a un mago que hace su truco muy despacio y logra al final sorprenderte.

Más que una receta, parece un consejo.

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