viernes, 7 de noviembre de 2008

Cuatro sándwiches y una botella de agua : 6,25 euros.

Son las nueve y media, en el descanso del Madrid Juventus, y Fernando sale a los alrededores del Bernabéu a comprar algo para cenar. Yo me quedo sentado en mi sitio, con la mente en blanco después de la primera parte que ha hecho el Madrid. Hemos visto cien veces la misma jugada: a Drenthe recibiendo un balón, a Drenthe subiendo por la banda y a Drenthe lanzando un pase con más o menos suerte a la portería. Esa repetición me ha provocado los efectos de un ejercicio zen. Han desaparecido todos los pensamientos, todas las voces.

Me doy cuenta de que me estoy frotando las manos como lo hacía mi padre y al volverme a la derecha le veo. Lleva el abrigo marrón claro con el que solía venir al fútbol. Supongo que ese abrigo lo echó mi madre en algún contenedor de ropa con todo lo que sacó de los armarios.

-Lógico. No iba a montar un museo con mi ropa – me dice.

Pienso en preguntarle si vamos a ganar el partido y niega con la cabeza. No sé si con esa negación me está dando una pista sobre el resultado o se refiere al juego del Madrid. Espero a ver si añade algo más ahí sentado o en este párrafo pero no lo hace. Lo hace en el siguiente :

-Real Madrid hat in der Champions League einen herben Dämpfer bekommen. Vor den Augen des neuen argentinischen Fußball-Nationaltrainers Diego Armando Maradona blamierte sich die Mannschaft von Bernd Schuster am Mittwochabend im heimischen Bernabeu-Stadion mit 0:2 (0:1) gegen Juventus Turin, das in der Gruppe H mit 10 Punkten die K.o.Runde fast schon erreicht hat. Nach den beiden Gegentoren des 33-jährigen Alessandro del Piero (17./67. Minute) rangiert Madrid mit sechs Zählern auf Platz zwei vor Zenit St. Petersburg (4), das bei Bate Borisov mit 2:0 gewann – me dice- Es del Stern de mañana
-No sabía que supieras alemán – le digo, sorprendido no sólo de que sepa pronunciar hasta los paréntesis, sino de que se adelante a lo que el Stern publicará mañana.

Me mira y pone la cara del que de repente recuerda dónde ha dejado las llaves. Sus habilidades parecen ilimitadas y lo que me sorprende es que en vez de ejercitarlas esté aquí sentado a mi lado en el descanso del partido. Antes de que empiece a darle vueltas al asunto, tengo cierta intuición de por qué está aquí. Se podría decir que ha venido empujado por el “¿qué hago yo aquí?”, el mantra que me he repetido cada vez que el balón de Drenthe no llegaba donde debía. Cien veces he pronunciado la frase.

Tal vez a mi padre le pasó la misma idea por la cabeza en bastantes partidos y no sé si él siguió siendo del Madrid por convicción o por razones sentimentales, las más caras e ilógicas. Si no fuera por esas razones, ahora mismo me acercaría a la zona en la que Calderón y compañía se están tomando unos canapés y le metía mi abono en el bolsillo de la chaqueta. Me gustaría hablar del tema con mi padre, pero él se ahorra toda la introducción porque los jugadores está saliendo ya al campo y me da una respuesta :

-Si quieres dejarlo, que sea cuando las cosas vayan bien – me dice.

La frase no es mía. Si fuera mía la habría dicho yo. Son las sorpresas que tiene la escritura. Me froto las manos y al girarme veo el sitio vacío. Quizás Fernando haya puesto como excusa lo de los sándwiches para marcharse a casa. No se lo reprocharía. Le invité a ver un partido de fútbol, no esto que nos ha ofrecido el Madrid. Pero Fernando es una persona responsable y le veo venir con una bolsa de Rodilla.

-Cuatro sándwiches y una botella de agua a la que le han quitado el tapón en el control de entrada – me dice – Seis con veinticinco.

Y durante toda la segunda parte estoy deseando que el Madrid remonte y meta diez goles para poder decirle adiós a este equipo hoy mismo, con alegría, en medio de una gran euforia. Del Piero tiene sus propios planes y le mete un segundo gol definitivo a un Casillas que esta noche está poco fino. Me toca seguir siendo madridista.

Y a todo esto, ¿quién abandona algo en plena celebración?

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