viernes, 16 de diciembre de 2011

Paloma de metal : 1,5 euros.

Este post aparecerá a la vez en dos blogs, como prueba de esa mudanza, todavía más mental que física, que estoy haciendo de “Los diez del día” a “El coste de las cosas”. Siguen los diez puntos de referencia y la anécdota del día, como exigen las reglas de “Los diez del día”, pero el título ya vuelve a la estructura de “El coste de las cosas”, centrado en un objeto y su precio. No sé si me mudo de la residencia de invierno a la de verano o al revés. Si dejo el centro para vivir en la periferia o al contrario. La verdad es que, aunque parezca raro, no es un cambio fácil. Uno también puede cogerle cariño a las cosas, aunque sean tan virtuales como ésta.

1-El teléfono : En el metro, camino de Sol, le pregunto a Daniel el móvil de María. Le digo que si se perdiera, lo que tiene que hacer es buscar a algún adulto y decírselo, que llorar no sirve de nada. Lo normal cuando uno se pierde y tiene siete años es llorar, pero la mejor manera de arreglarlo todo es acordarse bien del número. De las cuatro veces que se lo pregunto, sólo se equivoca una. Tenemos un 75% de posibilidades de que, en el peor de los casos, todo vaya bien.

2-Lluvia : En el centro de Madrid llueve. No sabemos si ponernos las capuchas o no porque tenemos que elegir : con ellas, no nos mojamos; sin ellas, podemos ver las luces ya encendidas. “Esta lluvia no moja”, le digo a Daniel y él se echa la capucha hacia atrás y acepta la mentira sin decirme nada. Las mentiras compartidas unen bastante.

3-El centro : Salimos a la Puerta del Sol, con lo que se puede decir que, geográficamente, estamos en el centro de Madrid. También me encuentro, en cierta forma, en el centro de mí mismo, por todos los recuerdos que tengo de esta zona, por lo que me gusta pasear por aquí.

4-Los puestos : Los puestos de la Plaza Mayor están dispuestos este año de una forma distinta, quitándole menos espacio a la Plaza y permitiendo que la gente pasee sin aglomeraciones. Parece una plaza del norte de Europa.

5-Deja vu : Tener tanto sitio para caminar es más cómodo, pero, al haber poca gente, parece que la Navidad hubiera pasado ya y sólo quedaran los restos : turistas, desorientados, gente que no tiene nada mejor que hacer.

6-Móviles : Buscamos puestos con figuras para el Belén. Daniel no quiere, después de ver el de mi madre, que sigamos con uno en el que hay figuras de Playmobil. Tiene bastante claro qué es lo que necesitamos. Nos paramos en todos. En muchos de ellos, los vendedores, chavales que parecen estar ahí obligados por sus padres, consultan los móviles. Es lo único que les importa.

7-Etiquetas : Los precios de las cosas son de cuando España iba muy bien y los billetes olían a ladrillo. Parece que estuviéramos en lo alto de una montaña prácticamente cubierta por la crisis, tratando de conservar el pasado usando como escudos esas etiquetas con precios que pocos pueden pagar. En unas pequeñas cajas hay animales diminutos. Cada uno lleva pegada una etiqueta más grande que él. Una pequeña paloma de metal que Daniel quiere cuesta un euro con cincuenta céntimos.

8-La chica que se interesa : Ve a Daniel dudando entre una caja con el misterio y tres pastores y otra más barata sin pastores. Se ofrece a acercarle las dos para que las compare. Parece agradecida de que un niño se interese por lo que expone. Daniel se lo piensa, sabiendo que tiene que dejar dinero para un puente, una pequeña casa, dos palomas, un pollo y un pájaro sin identificar. Le compramos un misterio a la chica que se interesa.

9-El viejo torero : Después de estar una hora y media entre puesto y puesto. Vemos a un hombre disfrazado de torero esperando que alguien eche una moneda en una caja que tiene delante. Daniel me pide una moneda para saber qué hace. Se la doy, la echa, y el torero da unos pases con el capote. Al terminar se quita la montera y saluda a Daniel. Veo que tienen una pequeña charla.

10-Diptongo : De vuelta en el metro, jugamos a Diptongo. Pierde el que responda cualquier otra cosa que no sea "diptongo" a las preguntas del otro. Parece fácil, pero no lo es. Por eso es tan divertido.