lunes, 16 de junio de 2008

Un husky de peluche : 18 euros

Voy al quiosco a comprar dos periódicos : El Público y El País. Ambos tienen como titular hoy la victoria del no en el referéndum sobre la unión europea en Irlanda. (“Los irlandeses dicen no” e “Irlanda hunde a la UE en su peor crisis”). Desde fuera parezco un ciudadano responsable que quiere saber cuál va a ser el futuro de Europa, pero lo cierto es que de los dos periódicos sólo me interesa el CD de la “Bella y la bestia” que regala el Público y los artículos de Marcos Ordóñez, Muñoz Molina y Manuel Vicent en el suplemento Babelia de El País. En cuestiones europeas soy lo peor y mi grado de compromiso con el proyecto es un poco vago aunque confío en que los líderes europeos encontrarán la forma de salir del escollo con soluciones como la de volver a pedir que los irlandeses voten y en el caso de obtener un nuevo voto negativo recordar que menos por menos es más.

Me llevo a mis hijos al quiosco para que sepan qué es un periódico, aunque los periódicos de papel compartan con la UE el mismo incierto futuro. Que la tecnología vaya tan deprisa nos deja a los padres sin nada a lo que agarrarnos. Todo lo que defendamos tiene cierto aire arqueológico que hace que no nos podamos tomar casi nada en serio. Hace años un padre le podía pasar a su hijo un oficio. Hoy ni tú mismo sabes cuánto durarán tu versión de Excel y tu sistema operativo.

Junto a los cuentos infantiles hay un cesto con vario peluches. Mi hijo coge un husky y me pide que se lo compre. Le digo que no porque se supone que debo oponerme a cualquier capricho en beneficio de su educación. El me mira en silencio y veo cómo los ojos se le empiezan a llenar de lágrimas al verse incapaz de encontrar un argumento con el que convencerme. Levanta el índice de la mano derecha y me dice.

-Uno.

Un uno al que no añade nada más. Una única farola en una calle a oscuras. Le repito que no y él continúa en silencio. Las lágrimas le caen por las mejillas. Me hubiera gustado que gritara, que pataleara, que me golpeara en la pierna con los puños cerrados porque eso ayuda a repartir mejor los papeles. El husky de peluche cuesta dieciocho euros.

-¿Lo hablamos con mamá y vemos qué decidimos?

En su artículo de hoy, Manuel Vicent habla de los distintos personajes que Pessoa creó para poder escribir más libremente. Yo noto cómo dentro de mí empiezan a hablar distintas personalidades, cada una con su opinión sobre el husky de los dieciocho euros. Hay una que dice que hay que mantenerse fuerte y no ceder, otra que hay que ser un poco cabrón para negarse, otra que se puede llegar a una negociación, otra que el mismo husky estará más barato en otra tienda y otra que hay que ver cómo viene la portada del FHM de este mes. Por un momento me planteo la posibilidad de hacer un referéndum a ver qué es lo que sale, pero viendo que en el caso de la UE ha servido más bien de poco, decido callarme y asomarme al balcón para ver cómo todas mis personalidades discuten abajo.

-¡Ciudadanos! - les grito.

Y ellos me miran, asombrados por el tono de mi voz.

-Que no me importa nada lo que digáis, que voy a comprar el perro.

Igual que con la UE, que ya está vendida.

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