martes, 26 de octubre de 2010

Caja de galletas sin azúcar : 1,51 euros

Se quejan los fabricantes de que las marcas blancas están acabando con ellos y apelan a nuestro buen juicio como consumidores. "Los distribuidores nos pegan en el patio cuando no mira la profesora", dicen. Yo les escucho y asiento afirmativamente de arriba a abajo porque me bastan dos argumentos enlazados para darle la razón a todo el mundo. Les entiendo, claro, pero llegado el momento elijo la marca blanca.

¿Y por qué? Pues porque, siendo madridista, lo de la marca blanca suena bien. Además de ésta, también tengo otra razón : me caen mal las empresas que anuncian que no trabajan para otros fabricantes. Como si el que elige la opción de marca blanca lo hiciera por gusto, ellos están ahí para decirte que no se juntan con los pobres. Hasta la profesora os tendría que sacudir la tiza en el recreo. ¿Qué cuesta sacar una línea con la mitad de cacao o con los bifidus menos rápidos del pelotón? Algo en plan : No te pongo a Casillas, pero te saco a Dudek, que también es del Madrid.

Esta tarde de compras, elijo una caja de galletas marca Hacendado. Estos de Mercadona te ponen juntos los artículos de marca aristocrática y los suyos para que no tengas que esforzarte en hacer la comparación. Se nota que juegan en casa. Como la diferencia de precio suele ser grande, no hace falta que los otros precios los den en yenes y con ese tamaño que hace que en las visitas al oftalmólogo, más que descifrar unas letras, parezca que estés dando clases de morse : punto, punto y otro punto.

Lo que más me gusta de esta caja de galletas es que no parece un diseño

-Packaging, se dice packaging, paleto.
-Tú te callas o les digo a los demás dónde te has escondido antes de que acabe el recreo.

un diseño, como decía, que no parece para pobres, del tipo ayuda humanitaria con fondo blanco y la palabra "galletas" escrita en mayúsculas. Es un trabajo cuidado en el que, incluso, hay una segunda intención.

A lo que vamos, que me voy a cansar de sostener la caja para que se vea empíricamente mi explicación, como de guía en el Prado. Si se fijan en la parte superior, verán la palabra "María" y, debajo, en rojo, "Sin". A nuestros padres, que no necesitaban del inglés porque se iban de viaje de novios a Mallorca, esto no les dice nada. A nosotros, sí. Vaya con María la pecadora. ¿Y qué es eso que se esconde debajo de mi pulgar? El ombligo de María. Del ombligo de María, la mirada cae, lenta y densa, como una gota de aceite, hasta un punto en el que se juntan el tazón de leche, el zumo de naranja y el epicentro pecador de María. Uno no sabe si va a desayunar o a estudiar el origen de los terremotos. Y si se da un rodeo al ombligo para evitarse seísmos matutinos, como el jugador que evita Las Vegas, llegará a esas tres espigas que vuelven a señalar el camino al lugar en el que el desplazamiento de las placas tectónicas provoca el derrumbamiento de las torres más altas.

Con este diseño, la marca blanca sube de nivel porque aparece lo subliminal. Digamos que es un tratamiento al que se le ve el truco, como de magia infantil (si te comes estas galletas podrás a prueba tu sismógrafo), pero funciona muy bien, aunque no ahí donde chapotea ahora la imaginación. La imagen apunta a un sitio pero acierta en otro, en esa parte en la que cada cual tiene alojada la culpabilidad. Al romper con la representación típica de la marca blanca, ya es más fácil saber qué cable hay que cortar para desactivar la culpabilidad e impedir que dejemos de nuevo el paquete en la estantería diciendo :

-Hombre, por un poco más, vamos a comprar unas galletas oficiales, que hay cosas con las que no se juega.

Como si hubiera galletas oficiales. La típica amenaza que activan anuncio tras anuncio y cuyo tic-tac se vuelve más peligroso cuanto más se aleja uno de la ortodoxia. Al coger esta caja de galletas, escucho cómo los alicates cortan por el sitio justo.

Me leo los componentes de las galletas para convencerme del todo. Encuentro : maltitol, adesulfame K, suero de leche en polvo, bicarbonato sódico y amónico, metabisulfito sódico, lecticina de girasol y harina de arroz, entre otras cosas. Suena bien, aunque seguro que le das esos ingredientes a tu abuela y no sabe por dónde empezar. Siguiendo con el estudio de la caja, descubro que los que están detrás de estas galletas son los de San Siro, que aparecen en un borde para firmar el cuadro de las espigas y el ombligo.

-¡Traidores!
-Calla y no salgas del cuarto de baño.

Es curioso que ése sea también el nombre del estadio del Milan, oficialmente el Giuseppe Meazza, al que el Madrid le metió dos goles en su última visita al Bernabéu. ¡Qué gran noche!. Lo de escribir tiene estas cosas : al final parece que sólo tuviera que atar el nudo de lo que he ido preparando antes.

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